Boom de las redes sociales: la incidencia de la realidad virtual en el mundo real

martes, 12 de octubre de 2010

Cuando el ocaso del reality show hacía suponer que la era del exhibicionismo había terminado, el afán vouyerista, lejos de extinguirse, cambió de plano para volver con más fuerza. (Por Cintia Kemelmajer para Diario Diagonales)

Las redes sociales como Facebook y Twitter inundaron los ordenadores del planeta hace unos pocos años con una propuesta superadora del ojo orwelliano: ya no es suficiente ver cómo los elegidos por una producción televisiva exponen sus trapitos al sol; todos pueden ser protagonistas y llegar a creer que su vida es tan interesante como para contarla minuto a minuto.

Mostrarse y también enterarse de lo que sucede en otras vidas anónimas es un ejercicio que se convirtió en práctica cotidiana y hasta en adicción. Y el que rechace estar en ese submundo de redes sociales –por romántico o por remiso de las nuevas tecnologías– bien puede ser sospechado de paranoide. La tecnología avanza a su propio ritmo, evoluciona y acelera los procesos de comunicación, y es el Hombre y sus prácticas el que encarna esas transformaciones. ¿Cuáles son las principales sucedidas a merced de las redes sociales? Aquí, un repaso por los principales cambios y continuidades, en la voz de expertos.

Un millón de ¿amigos?

La premisa de Facebook es que existan amigos con los cuales compartir la información que se publique. Pero el concepto de amistad de la relación virtual que se establece no exige códigos de fidelidad, empatía o confianza. En Twitter, el desafío está en cosechar seguidores que lean los 140 caracteres de mensaje soltados, así como seguir a otros. Así se arma la red. Muchos achacan que todo se sustenta en la debilidad de lazos. “La red es como tener a mano otro que escucha, intercambia, sociabiliza”, entiende la psicóloga Liliana Guido. El problema, según la profesional, es cuando ese recurso sustituye la sociabilidad entendida como tradicional, el famoso cara a cara. “Las redes sociales son un mientras tanto, como una sala de espera, en las que se crea una ilusión de sociabilidad pero que es sólo un primer momento”. Algo así como lo que sucedió con las cartas, cuando, al ser instituida la escritura, las personas de diferentes lugares se comunicaban por medio de palabras escritas.

Recientes estudios sobre las redes sociales indican, sin embargo, que su utilización sería útil para combatir el insomnio, la depresión y la ansiedad. “Favorecen la comunicación de los pacientes con ansiedad social y agorafobia, porque les posibilita una comunicación de más fácil acceso y logra modificar su estado de ánimo”, explica a Diagonales María Vaglica, psiquiatra del Fobia Club La Plata. En los casos en que la timidez gana la batalla, la interacción con los otros pantalla de por medio es una alternativa válida, “aunque sana hasta cierto punto”, repara Vaglica. Si bien en una primera instancia Facebook o Twitter pueden servir como vía de expresión, si el paciente no acompaña el uso de estas redes sociales con un tratamiento adecuado a su condición a la larga terminan siendo perjudiciales y aíslan aún más a las personas.

Política de antiprivacidad

Cuando las relaciones pueden parecer más lábiles a la luz de la incidencia de las redes sociales, otros casos demuestran que esa virtualidad que mediatiza, paradójicamente, humaniza a quienes las utilizan. Es el caso de políticos o personajes públicos que acceden a tener un perfil en una red social y logran ser contactados más fácilmente, exponen su comunicación cotidiana y muestran una cara de fácil acceso.

Entre los políticos, “aquellos que eran reacios al contacto con los periodistas encuentran en las redes sociales un modo de ‘puentear’ al periodismo y, por ejemplo, emitir frases en un contexto claro que no resisten demasiada edición”, reflexiona Diego Ursini, responsable del sitio “La Rosca Política” y autoproclamado fanático de las redes sociales. Según Ursini, para todo político con ganas de decir dos o tres frases sustanciosas, las redes sociales hoy son un hallazgo: no hay necesidad de lanzarlas periodista mediante. Y para los políticos con relación fluida con la prensa, se encuentra un canal más de comunicación con el electorado. “Aquellos que más relación tienen con la prensa son quienes menos problemas tienen en debatir en las redes sociales", asegura el periodista, que resalta que el gran valor de estas herramientas reside en la instantaneidad: el usuario ve un título en TV, escucha una declaración o dato en la radio, y lo replica en Twitter o Facebook. Con el uso de celulares, ve un accidente y puede sacar una foto, luego publicarla y comentar el hecho.

Que estudiantes secundarios arreglen una rateada masiva vía Facebook o que, para conmemorar un nuevo aniversario del 4 de marzo, millones de usuarios de Facebook elijan abandonar sus fotos de perfil y provocar un segundo siluetazo similar al del '83 también habla de nuevos modos de organización mediatizados por las redes sociales. La militancia política, esa que en general se basa en las reuniones, la volanteada, aficheada, las charlas de café, la presencia como modo de manifestar, también se vale del uso de estas herramientas tecnológicas en red para proliferar sus mensajes. Claro que no vienen a reemplazar sus viejas prácticas: más bien, aceleran los procesos que siempre estuvieron.

Así lo explica a Diagonales Lucas Estebani, militante de la Coordinadora Unificada de Estudiantes Secundarios de La Plata (CUES). “Las redes sociales son una manera de difusión de actividades, de tener contacto con mucha gente de otros ambientes, inclusive, de publicar lo que hablamos en nuestras reuniones, pero de ninguna manera puede reemplazar esos encuentros personales”, asegura. Y no cree que llegue a poder reemplazarlos: “no se puede organizar una marcha si no es de manera directa, es imposible resolver cuestiones por medio de internet; en el universo virtual el hablar es muy limitado y no es lo mismo escribir que estar cara a cara y poder ver los gestos”.

Etiquetame que me gusta

¿Qué sucede con esos 140 caracteres que confinan la expresión al lugar que la red social circunscribe para sus fines? “No hay que asustarse ni escandalizarse con los cambios en el léxico que introducen las redes sociales, sino contemporizar con sus propuestas”, entiende Gladys Lopreto, profesora en Letras de la Universidad Nacional de La Plata. Las abreviaturas, sacrificios en la puntuación y acentos que sobrevienen al uso de las redes sociales y a la tecnología en general, según la especialista, son variaciones de la lengua que derivan más de la oralidad y sin interesantes para estudiar en sus registros de uso cibernético. “Las nuevas tecnologías dan vida a nuevos usos del lenguaje”, entiende.

“De otra forma, también deberían haberse objetado el uso de telegramas, que se valieron desde su aparición de acortar el lenguaje por su impronta de rapidez, así como los avisos clasificados: “nunca nadie se quejó de ellos, por qué debiéramos acusar entonces a las nuevas tecnologías”, suelta la especialista, que rescata “la creatividad que implica poder expresarse en poco espacio, que también exige una concentración de los sentidos, el utilizar palabras específicas que derivan en un importante proceso cognitivo”.

“Nadie objetó a Saramago o a Cortázar porque usaron la puntuación como quisieron, y es inevitable e igual de válido que las nuevas tecnologías influyan en el léxico, lo que a su vez da ventajas y un ejercicio de escritura que antes no existía”, añade Lopreto. En consonancia, Ulises Cremonte, analista del discurso, considera que los mensajes en 140 caracteres valen absolutamente la pena. “Sobre todo porque se recupera una dimensión cotidiana. Todo dispositivo que apunta a la condensación demanda por parte del productor la elaboración de mensajes con cierta elaboración”, señala.

La discusión puede continuar, y aparecerán tanto miradas críticas como reivindicadoras de las nuevas tecnologías. Sobre la dicotomía de qué tipo de comunicación es la que favorecen estas redes –si reflexiva o superficial– quizás no exista una respuesta única. Al fin y al cabo, realidad virtual no es siempre sinónimo de realidad virtuosa: todo dependerá del uso que le quiera dar cada usuario.

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