Cobos – Fort: “Los Gatos” y la bolsa de gatos

jueves, 27 de mayo de 2010

Por Horacio Minotti

La comparación de dos fenómenos mediáticos sin sustento es una tentación irresistible. Ambos producto de los medios, luchan por mantenerse en la cima, pero su carencia de fundamentos (artísticos o políticos según el caso) los condena al fracaso. Lo mediático no tiene necesariamente que ser efímero, lo es cuando la cáscara está vacía. (Impulso Baires)

Sin plata, sin chocolate y sin Rolls Royce, Julio Cobos es el Ricardo Fort de la política. Producto de un único hecho puntualísimo, sin ningún otro fundamento que lo haya respaldado nunca jamás desde entonces, el vicepresidente ve diluirse su imagen positiva que jamás fue intención de voto.

Así como el musculoso mediático va por la vida rodeado de un grupo de inútiles a los que llama “Los Gatos”; el vicepresidente intenta ser un político de fuste rodeado de una “bolsa de gatos”, compuesta por sus laderos mendocinos, gente con muchas aspiraciones y menos luces que la ruta 3, y toda la crema del radicalismo relacionado con el negociado y el fracaso. Propongo un duelo intelectual entre los gatos de Fort y la “bolsa de gatos” de Cobos, que pretende liderar su básico secretario privado, y perdóneseme la contravención, voy con mil a los pibes del chocolatero.

Curiosa forma la de construir una imagen la de Cleto, a partir de un acto de vacilación y tibieza. No hubiese sido posible en otros tiempos. Las necesidades pendulares de la sociedad Argentina nos acercan y alejan periódicamente a cierto tipo de dirigente con algún grado de “paparulez” (perdón el término) importante. La permanente necesidad de extremos que claramente tenemos, nos lleva de la parsimonia e indecisión, al extremo decisionismo de Néstor Kirchner, y nuevamente a un tibio, un pelafustán.

No hace falta ahondar en los detalles. Cuando el gobierno golpeaba sin cesar al vicepresidente en ejercicio de la oposición política a su gobierno (disparatado ¿no?), el suscripto no alcanzaba a comprender cuál era el objetivo, porque Don Julio mantenía su imagen solo en base a los ataques. Los K lo maltrataban y lo devolvían a los primeros planos, y él, moderado, pacifista, respondía con llamados a la paz mundial como una concursante de miss universo. Con eso alcanzaba.

Un día, alguien me explicó lo que no entendía: Kirchner pretendía aplicarle a Cobos una teoría boxística, la teoría del retador. Siempre según Néstor, el retador tiene a priori, antes de pelear, 10 puntos en la tarjeta de los árbitros, pero cuando sube al ring, cada error, cada golpe recibido le cuesta perder puntos. Kirchner quería subir a Cobos al ring.

Tardó un año y medio en lograrlo. Más por cobardía que por conciencia de sus limitaciones, el mendocino rehuyó la pelea todo lo que pudo, y terminaron siendo los propios los que lo subieron al ring en lugar de Néstor. Durante la crisis de BCRA en enero, Cobos debió presidir la bicameral de los DNU, conducir a la oposición y ponerse al frente de quienes rechazaban el pago de deuda con reservas.

¿Que hizo? Lo que podía esperarse de él: emitió un dictamen ambiguo e indefinido que favoreció al gobierno, y puso pies en polvorosa para refugiarse en Mendoza. Hay quienes aseguran que espiaron por la ventana de su casa durante esos días y lo vieron debajo de la cama, no creo que haya sido para tanto.

Desde entonces, la sociedad lo mira distinto, su imagen negativa crece más que la de Néstor y la positiva cayó un punto y medio mensual promedio, de un año a esta parte.

Mientras tanto su entorno cercano y el mismo Cobos no se privan de armar desaguisados. La creación de la Juventud Cobista Nacional, replicando la sigla de la Junta Coordinadora Nacional, fue auspiciada por el vice y su cerrado entorno mendocino de “felinos embolsados”, un mínimo grupo de autopretendidas luminarias políticas con menos vuelo que un gallinazo, un rejunte de pelafustanes que hacen la cohorte a su "líder". Esta nueva JCN que es tantísimo menos que la vieja como su mentor Cobos es menos que Don Raúl Alfonsín, consiguió el aval pero con otro nombre, ahora como la corriente radical Juventud Consenso Federal. El mismo nombre que llevó el fracasadísimo intento de Cleto de armar un partido nacional, sucumbiendo incluso en la Ciudad de Buenos Aires. Es curioso ponerse el nombre de un fracaso, pero el entorno del ingeniero da para todo.

Cleto Fort o Ricardo Cobos, más o menos lo mismo, claro, uno menos peligroso que el otro. En definitiva, el chocolatero solo aspira a imponernos su presencia en la pantalla todo el tiempo posible y uno siempre puede ver una película en cable. El otro entraña más riesgo, quiere ser presidente.

* Horacio Minotti, periodista. /Imagen: Composición Impulso Baires

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