Voto femenino: recordatorio y desafío para los tiempos actuales

domingo, 26 de septiembre de 2010

Por María Elena Torresi*

El 23 de septiembre de 1947, en un acto frente a la CGT, Juan Domingo Perón en su carácter de Presidente de la Nación, le entregó en mano a Evita, el decreto Ejecutivo que promulgaba la Ley 13.010, sancionada ese mismo mes, y mediante la cual las mujeres adquirían los mismos derechos cívicos que los hombres.

El proyecto que obtuvo media sanción primero en la Cámara Alta, se aprobó por unanimidad en Diputados el 9 de septiembre, pero no sin que antes los legisladores sostuvieran un acalorado debate.

La dicotomía que se planteaba entonces era: mujer o mujer-madre, como si el hecho de poder concebir un hijo en el vientre femenino en lugar de un atributo fuese una actividad que excluye la posibilidad de otras en la vida social; o como si abocarse a la tarea de crianza de los niños impidiera involucrarse en los destinos del país.

En los discursos parlamentarios hubo apenas tres menciones a Eva Duarte de Perón, la mujer que fue precursora en la lucha por la igualdad de género, que supo acompañar a un gran líder, pero que demostró también, que esto no le impedía tener ideas propias e impulsar muchas de las políticas sociales que cambiaron la concepción del Estado.

El 9 de septiembre, las mujeres seguían las instancias de la sesión pegadas a una radio; desde los balcones del Congreso, o en las puertas del palacio legislativo al que habían llegado tras salir de sus trabajos, aguardando con ansias poder celebrar una de las mayores conquistas femeninas de la época.

Más de 60 años después, no sólo debemos celebrar tal decisión, sino que también debemos destacar que a pesar de las diferencias expuestas durante el debate, la Ley obtuvo 117 votos afirmativos y se sancionó por unanimidad, en un ejemplo de civismo y convivencia, en donde se supo hacer valer el bien común por sobre los intereses individuales.

Esta ley no sólo igualó a las mujeres en su derecho al sufragio, sino que abrió las puertas a la participación formal dentro de los ámbitos políticos, y cuando el 11 de noviembre de 1951, en elecciones a nivel nacional, asistieron por primera vez a las urnas casi 4 millones de mujeres, también obtuvieron 24 bancas de diputadas y 9 de senadoras.

No fue fácil aprender a caminar con pasos femeninos los pasillos hasta entonces reservados a las tertulias masculinas. Se necesitó incluso en 1991, de la ayuda de la Ley de cupos para tener un piso del 30 por ciento para que las mujeres ocupasen lugares en las listas de candidatos para cámaras legislativas.

Pero a pesar de todo, mirando hacia atrás, me embarga un profundo orgullo de ser argentina, no sólo por recordar el aniversario de lo que fue un día clave en la participación ciudadana de todas las mujeres, sino porque además, estuvimos a la vanguardia del voto universal, mientras que en muchos otros países demoraron décadas antes de sancionar la posibilidad de un sufragio que no discriminara razas y sexos.

“La mujer del presidente de la República, que os habla, no es más que una argentina más, la compañera Evita, que está luchando por la reivindicación de millones de mujeres injustamente pospuestas en aquello de mayor valor en toda conciencia: la voluntad de elegir”, dijo Eva Duarte de Perón durante su discurso, en que agregó también: “La mujer argentina ha superado el período de las tutorías civiles. Aquella que se volcó en la Plaza de Mayo el 17 de Octubre; aquella que hizo oír su voz en la fábrica, en la oficina y en la escuela; aquella que, día a día, trabaja junto al hombre en toda gama de actividades de una comunidad dinámica, no puede ser solamente la espectadora de los movimientos políticos”.

“La mujer debe afirmar su acción, la mujer debe votar. La mujer, resorte moral de un hogar, debe ocupar su sitio en el complejo engranaje social de un pueblo. Lo pide una necesidad nueva de organizarse en grupos más extendidos y remozados. Lo exige, en suma, la transformación del concepto de la mujer, que ha ido aumentando sacrificadamente el número de sus deberes sin pedir el mínimo de sus derechos”, sostuvo resumiendo lo que significó esta sanción.

A 63 años de ese día histórico, no sólo hay que recordar, y valorarlo en un contexto y escenario político totalmente diferente al de nuestros días, sino que además, debemos hacer propio el camino que se nos abriera entonces, comprometiéndonos aún más si es posible, con nuestra comunidad, con la búsqueda de satisfacer cada necesidad, con la defensa de cada derecho, ya no sólo de las mujeres, sino de todo el pueblo argentino.

Este es el desafío político de nuestros tiempos, determinante para el futuro de nuestra querida Nación.

* María Elena Torresi de Mercuri - Diputada de la provincia de Buenos Aires - Bloque Unión-Pro

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