Por Ema Paz *
Como diría la diva nunca asumida como tal, Catalina Dlugi, ayer (por el jueves) se realizó la Asamblea Legislativa en la Cámara de Diputados de la Provincia y “¡Nadie se la quería perder!”. Aunque el glamour no es, precisamente, lo que suele rodear a los actos políticos de nuestra era –algo que parecería, en principio, estar bien- se habló de la organización y de los permisos de acceso durante los días previos y después. Incluso, cuando ya no había nada por hacer, saltaron indignadas voces que pedían haber estado allí. Algunos diputados y senadores de la oposición salieron a quejarse ante el hecho consumado y dijeron sentirse “discriminados”, aunque en las reuniones por la organización del evento –a cargo del Senado- asistieron todos los presidentes de bloque, argumentan los del FpV, y hablan de que el cupo es, en definitiva, “por problemas reales de espacio”.
La Rosca pudo comprobar que, en efecto, el ingreso fue muy restringido. No sólo quedaron fuera de la asamblea asesores de la oposición, sino también del oficialismo. A pesar de que hubo un “asueto administrativo”, muchos empleados de la Cámara, y de legisladores de distintos bloques, fueron a trabajar. Pero las rejas estaban cerradas. Sólo en la entrada de la calle 8 se constató la presencia de seres humanos sin uniformes; recordemos además que esa no es la entrada que suele usarse en general. Las personas sin uniformes vestían sobrias camisas blancas. Extrañísimo no ver ningún policía, como años anteriores, custodiando el lugar.
Ante la única presencia humana allende las rejas cerradas, desiertas, que rodean toda la manzana de la Legislatura, los empleados ávidos de entrar a sus oficinas, de desempeñar sus tareas, de cumplir felices con su obligación, se acercaron a estos señores guardianes de camisa blanca.
-¿La entrada hoy es por acá?
-No podés entrar.
-¡Pero yo trabajo acá!
-No podés entrar.
-¡Pero me llamaron de...!
-No podés entrar.
Así, sin preguntar siquiera de qué partido, de qué bloque sos. Aunque, hay que admitirlo, muchos de los que sí lograron ingresar fueron buscados por sus jefes -en algunos casos los mismos diputados- o estaban en una lista que los guardias civiles atesoraban con recelo.
Se agradeció la puntualidad. A las 18 ya estaban todos los periodistas acreditados en el palco de prensa, los legisladores en el recinto, el público en los palcos. Y al estacionamiento llegaban, con una performance impecable, cinco autos grises que se estacionan en simultáneo con una gracia que hace sospechar que ya practicaron antes esa coreografía. Bajan cinco voluminosos hombres de traje oscuro y corren, apurados, ocupados, responsables, ¿preocupados?, implacables. Decir que se mueven “tipo swat”, sería excesivo, pero es la única escena que al cronista espectador, trabajador de prensa, puede sugerirle, por un momento, estar en una película de Hollywood. Encima, a lo lejos, cómo nadie vio de dónde vino, cuándo se bajó del auto, cómo se materializó, se ve la figura de una rubia altísima, y tan pero tan flaca que se mueve tan flaca y segura y elegante que parece una modelo de las revistas, de la televisión.
No habrá empujones, no habrá forcejeos, no habrá sustos ni griterío. En los palcos la ausencia de los militantes sciolistas –se comenta que, por las dudas, recibieron órdenes de su líder de no asistir- hacen que todo sea del color que es siempre el recinto, sin el eventual naranja de actos anteriores. Aunque, para revertir el tedio y despabilar a periodistas y públicos ya cansados de asistir durante años a ceremonias y sesiones en Las Honorables Cámaras, unos ruidosos y graciosos Cámpora hacen sentir su presencia, con banderas de Nestor y Cristina y clásicas entonaciones de la JP, algunas con nuevas versiones, entre las que se destacó el estribillo:
(...) “Como dice Maradona que la chupen los gorilas” .
Según nuestras estimaciones, los simpatizantes aplaudieron al señor gobernador unas 18 veces.
Algunos se decepcionan porque, a pesar de que el discurso contiene un balance y un programa a futuro, Scioli lee aunque no tan bien como otras veces; los énfasis aparecen en lugares raros, la sintaxis se desarticula por el ritmo que impone la voz.
Mariotto y el Gobernador han mantenido esta tarde una cercanía que contradice las teorías de máximo alerta, peligro de división. Aunque el lector escéptico dirá, divertido, amargado o cínico, que en política nunca se sabe; el fan de películas de intriga pedirá a la prensa por más maliciosos rumores de pasillo y sobreinterpretación de gestos que indiquen indicios, y el morboso habrá lamentado en silencio que en esta asamblea no ha habido ningún empujón, ninguna pelea, mucho menos piñas.
Algunos temblaron ante la enorme cantidad de leyes para este año enumeradas por Scioli. Pero la mayoría de los legisladores lo celebró. Como en un stand up sin ironías y en dúo, algún detalle sólo audible para el televidente que haya visto la transmisión, la asamblea cerró con vice y gobernador juntos, cabeza con cabeza, y pudo escucharse, en un susurro cómplice, algo así como “con estas leyes tenemos como para laburar”. Muchos televidentes dicen, y les creemos, que Mariotto le dijo eso a Scioli al finalizar la asamblea. Hay videos disponibles en la web, el viejo truco, o la imprevista trampa, del micrófono que queda abierto y de la transmisión que sigue unos segundos después y que, ironía del destino, los que estaban ahí, no pudieron escuchar a pesar de todo el esfuerzo por estar en el vivo; por estar ahí. Cosas que pasan. El ruido ambiente a veces es el más fuerte.
* Especial para La Rosca
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