Tres años sin Raúl Alfonsín

viernes, 30 de marzo de 2012

Por César Arrondo *

El 31 de marzo se cumplirá el tercer aniversario del fallecimiento de Raúl Ricardo Alfonsín, Presidente de la Nación y uno de los últimos políticos con categoría de estadista, con lo cual, su figura trasciende a la Unión Cívica Radical.

Raúl Alfonsín ha sabido conjugar doctrina, pensamiento y acción política. Este magnifico dirigente que el radicalismo ha ofrecido generosamente al servicio del país, tuvo siempre una mirada profunda, conjugando un análisis certero del pasado, con las necesidades del presente y las pautas a seguir para construir el futuro de nuestro país, siempre teniendo en cuenta, que el objetivo era que todos los argentinos puedan ser protagonistas de un necesario cambio, y para que la Argentina encuentre su destino de grandeza, a partir de la construcción de una sociedad democrática y solidaria.

Son incontables las aportaciones de Raúl Alfonsín en sus escritos, documentos, o discursos ofrecidos en todo el mundo. De los mismos, se puede rescatar su pensamiento, como así también, su síntesis de las problemáticas de un mundo complejo, en el cual está inserta su amada Argentina. En este sentido, un valor sustancial encontraremos al realizar una nueva lectura del documento que presentó ante el Plenario de Delegados al Comité Nacional de la Unión Cívica Radical, en Parque Norte, el día 1 de diciembre del año 1985. En dicha propuesta, de extensa riqueza doctrinaria, en todas sus consideraciones y análisis, Raúl Alfonsín propone a su partido y al país, las claves para un cambio posible, para beneficio de la Argentina y de los todos los argentinos:

1) El desafío de nuestro país para salir de la decadencia y las reiteradas frustraciones y la construcción de un futuro de la mano de la modernización, que sólo será posible con la plena vigencia de una Democracia, que sea pluralista, solidaria, y participativa, que acepte las diferencias y las discrepancias y que se oponga a las uniformidades totalitarias.

2) La necesidad de construir una sociedad diferente, pasando de una sociedad cerrada a una abierta y plural, que garantice el ejercicio pleno de los derechos de los ciudadanos, las libertades individuales y la solidaridad social. Estos serán los cimientos sobre el cual se comienza a levantar el edificio de la sociedad moderna. En tal sentido, los nuevos valores de la sociedad argentina, serán la tolerancia, la racionalidad y el respeto mutuo. En la nueva sociedad que se propone, se debe sustituir la violencia y la intolerancia, por la discusión y el pluralismo, propios de una sociedad democrática.

3) La Argentina tiene que tener un lugar en el mundo, desde el nuevo escenario planteado de una sociedad democrática que avanza hacia la modernización. Nuestro país debe afrontar ese desafió de ser parte de un mundo moderno e integrado. La inserción debe ser cultural, política, económica y estratégico militar.

4) Las dificultades para llevar adelante estas transformaciones, se encuentran encarnadas en la violencia como una forma cultural aceptada para hacer política, y la inestabilidad política. Venimos de en una historia que se divide entre pocos años de democracia y muchos de regímenes autoritarios, donde además, el fraude, las prohibiciones, la inflación, la intolerancia, y la concepción de un ciudadano con un marco teórico faccioso son sus valores. Todo ello, atenta contra la consolidación de una sociedad y un Estado democrático, el cual también deben dar respuestas a los reclamos y reivindicaciones que provienen desde hace muchos años.

5) La convocatoria a una convergencia, resulta necesaria para construir la democracia del siglo XXI. La democracia no se puede restaurar, sino que se debe construir. El radicalismo puede ser el motor de esa conjunción de expresiones políticas democráticas, en la consecución de políticas de Estado, necesarias para lograr un proyecto de Nación, con la participación democrática de todo el pueblo.

6) Lo más sustancial de la propuesta, son los caminos que se deben transitar para lograr el cambio, los cuales se encuentran integrados en un trípode fundamental: la participación, la modernización y la ética de la solidaridad.

A) Una Democracia Participativa: Los espacios públicos fueron negados por las dictaduras y marginaron de una plena vida social a los argentinos, junto al vaciamiento económico. La democracia comenzó a sentar las bases para garantizar la legalidad, la libertad, la paz. En este sentido, la participación es un movimiento destinado a agrandar los espacios de libertad, de bienestar y de relación humana. Estos cambios, están dirigidos a promover la integración de los argentinos entre sí, y con los organismos representativos, con el fin de recuperar la solidaridad y el sentido de unidad nacional. Se deben instrumentar los mecanismos de participación popular, como por ejemplo: la iniciativa popular, la revocatoria, los plebiscitos, etc.

B) La Ética de la Solidaridad: El desafío es cambiar la mentalidad arraigada en nuestra sociedad, signada por la intolerancia, el egoísmo y el autoritarismo. Debemos transitar hacia una sociedad democrática, participativa, solidaria y eficiente. Tenemos que construir una sociedad que sea equitativa desde el punto de vista social y la igualdad de oportunidades, para poder lograr la realización personal y colectiva. Se debe lograr un pacto democrático basado en la ética de la solidaridad, que esté sustentado en condiciones que aseguren la mayor justicia social posible y consecuentemente, reconozca la necesidad de apoyo a los más desfavorecidos.

C) La Modernización: Resulta necesaria una modernización del país, desde el punto de vista económico y tecnológico. El desarrollo de la ciencia en todas sus manifestaciones es fundamental. El papel que tendrán las universidades será la base para el desarrollo de la investigación científica. La política de fondo para la ciencia debe asegurar el crecimiento y la vitalidad de la base científica del país a largo plazo, mientras que la política tecnológica por su parte, debe asegurar una capacidad autónoma y la capacidad de transferir tecnologías adaptadas a las necesidades e intereses nacionales.

El mensaje final que Raúl Alfonsín, nos deja en este documento, con el fin de comenzar a construir una nueva Argentina, pone el acento, en que todo lo que se ha propuesto, sólo será posible concretarlo, si militamos por la libertad, la solidaridad y la unión nacional. En este sentido, los radicales debemos ponernos a trabajar por esos postulados, con compromiso doctrinario, despojados de toda arrogancia y de todo perjuicio.

Raúl Alfonsín nos ha legado una singular riqueza doctrinaria a través de su pensamiento. Pero lo cierto es que hace tres años que ya no está entre nosotros. En este sentido, el mejor homenaje para Raúl, será que los militantes y dirigentes radicales, revisen, discutan, estas ideas, para que conjuntamente con otras, propias del radicalismo, se pueda elaborar un programa, para ofrecerle a nuestro pueblo una alternativa de poder en el año 2015.

A Raúl Alfonsín, le gustaba estudiar la doctrina del radicalismo, y citar a sus maestros, entre ellos, a Moisés Lebensohn, cuando explicaba, como la gente se relacionaría con el Pensamiento Radical: Doctrina para que nos entiendan, conducta para que nos crean.

* Prof. César Arrondo - UNLP - Foro Nacional de Historiadores de la UCR

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